Volver a Correr
Hay momentos en los que uno no escribe porque no sabe qué decir, sino porque no sabe cómo decirlo sin romperse.
Momentos en los que incluso las ideas más claras se apagan, y lo único que queda es un ruido de fondo: cansancio, decepción, un nudo en la garganta que no termina de soltar.
He estado ahí últimamente.
En ese lugar donde uno mira todo lo que ha dado, lo que ha intentado sostener, lo que ha tratado de mejorar... y se pregunta si alguien realmente lo ha visto.
No es tristeza solamente. Es una especie de exilio interior: el de sentirse lejos de uno mismo.
He liderado, he trabajado, he intentado ser justo.
He alzado la voz cuando todo pedía silencio.
Y sin embargo, me he sentido juzgado, incomprendido, sobrecargado.
Hasta el punto de empezar a creer que mi carácter es un problema, cuando en realidad ha sido mi forma de no rendirme ante la mediocridad.
En medio de ese ruido, hay algo que ha empezado a abrirse paso.
No con fuerza, sino con una calma silenciosa.
Una especie de memoria profunda.
Un recordatorio:
Yo no soy solo lo que este entorno ve de mí.
Yo soy más que un rol.
Más que un título.
Más que la interpretación superficial de quien no sabe leerme.
Y ahí apareció la imagen del perro que corre en este blog.
No sé si fue casualidad, o si siempre estuvo ahí esperando el momento justo.
Pero en estos días me lo repito como una plegaria:
“Quiero volver a correr así.”
Quiero volver a sentirme libre, noble, fuerte.
Volver a ser compañero, buen ser humano.
Volver a mirar a los ojos sin agotamiento.
A compartir desde la ilusión, no desde el esfuerzo.
A sentir que cada día tiene sentido, aunque no sea perfecto.
Sé que el entorno no va a cambiar de un día para otro.
Sé que la injusticia, la falta de respeto o el ego mal gestionado seguirán ahí.
Pero he decidido dejar de esperar que algo se transforme afuera para empezar a moverme por dentro.
Voy a volver al trading, sí.
Pero no como huida, sino como reto personal.
Como esa forma especial que tengo de estar en contacto con el mundo, con los mercados, con el conocimiento.
Volveré también a estudiar.
A preparar nuevos estudios que me permitan, algún día, ponerle forma y estructura a todo lo que he aprendido, sentido, vivido.
Seguramente un doctorado, quién sabe.
No para demostrar nada, sino para dejar un legado.
Para decir, en voz baja: “Esto es lo que he visto. Esto es lo que creo que merece ser compartido.”
Y sobre todo, volveré a escribir.
No con la obligación de enseñar.
Sino con la libertad de contar, de pensar en voz alta, de volver a mí.
Porque este blog no es un canal de marketing.
Es mi refugio, mi sitio de recreo.
El único lugar donde no tengo que traducirme, donde puedo ser quien soy sin pedir permiso.
Escribiré con pausas, sin presión.
Y si alguna vez el silencio vuelve, no será señal de derrota.
Será señal de que estoy escuchándome mejor.
También me recordaré cada día algo esencial:
que dedicar tiempo a mí no me aleja de mi familia.
Me devuelve a ellos más entero, más sereno, más yo.
Que no tengo que salvar a todos, ni tener respuesta para todo.
Solo necesito cuidarme lo suficiente para no apagar esa parte luminosa que siempre me ha definido.
Hoy no tengo grandes conclusiones.
Ni fórmulas de éxito.
Solo esta certeza:
“Estoy cansado, pero no he dejado de ser yo.”
Y eso, incluso hoy, es motivo suficiente para seguir caminando.
Aunque sea despacio.
Aunque a veces tenga que parar y respirar.
Aunque a veces solo pueda mirar al perro del blog y decirme: quiero volver a correr así.”
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