La Revolución Blockchain (Don & Alex Tapscott)
Blockchain, confianza y la paradoja de la promesa aún incumplida
Reflexiones a propósito del capítulo 1 de “La Revolución Blockchain” (Don y Alex Tapscott)
Vivimos en una época fascinante: nunca ha sido tan fácil comunicarnos, compartir datos, generar acuerdos... y sin embargo, nunca ha sido tan frágil la confianza que depositamos en las estructuras que supuestamente nos protegen. El primer capítulo del libro La Revolución Blockchain, titulado “El protocolo fiable”, aborda este dilema con un enfoque convincente: la confianza ya no necesita intermediarios. O al menos, no debería.
Los autores plantean que la blockchain puede ser el nuevo soporte de confianza digital: una infraestructura descentralizada, transparente, verificable, inmutable… En teoría, perfecta. Entonces, surge una pregunta inevitable:
¿Por qué, si esta tecnología es tan revolucionaria, su adopción real aún es limitada?
¿Una promesa… o una utopía pendiente?
Uno de los apartados más interesantes del capítulo se titula “Un Plan de Prosperidad”. Se describe una visión ambiciosa y razonada: la blockchain como motor de igualdad de oportunidades, eficiencia, transparencia, e incluso justicia. Pero tras años de avance tecnológico, muchas de estas promesas siguen siendo aspiraciones más que realidades consolidadas.
Y entonces surge la duda:
¿Qué frena la implantación masiva de algo que, a todas luces, parece un salto de confianza para el mundo digital?
¿Será simplemente el tiempo? ¿Las dificultades tecnológicas? ¿La falta de regulación?
O quizás —y esta es una idea que ronda en mi cabeza— el problema está en que blockchain, en su esencia, representa una amenaza al statu quo.
Cuando la confianza compite con el control
La blockchain propone algo disruptivo: que las personas puedan confiar sin necesidad de terceros de poder. Que el código sea ley. Que las reglas estén escritas y no sujetas a interpretación ni a manipulación.
Pero... ¿y si eso precisamente es lo que incomoda?
Porque quienes históricamente han sido los garantes de la confianza (Estados, bancos, grandes plataformas) han construido sistemas donde la confianza está atada al control. Control sobre el dinero, sobre la identidad, sobre la información.
Y aquí aparece el vértigo:
¿Qué ocurre si de repente no necesitamos esos garantes?
¿Qué pasa cuando la confianza se programa y se verifica en red?
¿Dónde quedan los intermediarios de siempre?
¿El precio del cambio será la crisis?
Otra inquietud no menor:
¿Debe producirse una hecatombe para que esta tecnología triunfe?
Es una idea incómoda, pero no descabellada. Muchos ven en Bitcoin, por ejemplo, una tabla de salvación frente a un sistema financiero inflado, endeudado y desconectado de la realidad productiva. Pero si esta salvación solo llega cuando todo colapsa... ¿es eso un avance? ¿O un síntoma de que vamos demasiado tarde?
Vivimos en una aparente abundancia: ocio, viajes, consumo. Pero muchos no pueden permitirse una vivienda, o construir un futuro económico sostenible. La jaula es dorada, pero sigue siendo jaula. Nos venden libertad, pero muchas decisiones clave siguen fuera de nuestro alcance.
¿Será, entonces, que blockchain no solo ofrece una solución, sino que desnuda una incomodidad profunda del sistema?
¿Y si el problema no es técnico ni legal?
Quizás las verdaderas barreras no son regulatorias ni tecnológicas, sino culturales y políticas. Aceptar blockchain como nueva base de confianza implica aceptar:
Mayor autonomía individual
Menor margen para la manipulación institucional
Nuevas formas de distribuir riqueza, identidad y propiedad
Y ahí está el conflicto. No con la tecnología, sino con lo que implica cambiar las reglas del juego.
Promesa y peligro
El capítulo cierra con una dualidad clara: la promesa y el peligro. Promesa de progreso, inclusión, control individual. Peligro de abuso, mal uso, o incluso nuevas formas de desigualdad si se repiten viejos errores en un entorno nuevo.
Ahí radica su fuerza. Y también su advertencia: la blockchain puede ser una herramienta de liberación… o simplemente una nueva fachada si no cambiamos también la forma en que entendemos el poder, la confianza y el valor.
"Confiar ya no debería ser un acto de fe, sino un resultado programado. Pero para que eso ocurra, no basta con escribir buen código: hace falta también reescribir nuestras estructuras mentales y sociales."
Este libro, al menos en su comienzo, abre esa puerta. Nos toca a nosotros decidir si solo lo leemos… o si realmente queremos atravesarla.
Blockchain como contravalor: ¿realmente necesita regulación?
Reflexiones sobre el sexto principio de “La revolución blockchain” (Don y Alex Tapscott)
Cuando uno se adentra en los siete principios esenciales de la economía blockchain, tal como los presentan Don y Alex Tapscott en su segundo capítulo, encuentra una propuesta ambiciosa, casi utópica: una economía basada en la confianza programada, la descentralización, la inclusión, la integridad.
Pero hay uno de esos principios que me ha despertado especial atención, no solo por lo que plantea directamente, sino por lo que deja entrever. Me refiero al sexto: “derechos preservados”. Y en concreto, a su vínculo con uno de los avances más trascendentales que ha traído esta tecnología: el contrato inteligente.
El contrato inteligente: automatizar la confianza
Un contrato inteligente no es otra cosa que un programa informático que se ejecuta automáticamente cuando se cumplen ciertas condiciones previamente definidas. No depende de interpretación. No necesita intervención externa. No se negocia a posteriori. Se cumple o no se cumple. Y punto.
Imagina alquilar un apartamento por blockchain: cuando pagas, recibes acceso automáticamente.
Imagina pagar regalías de forma automática a un creador cada vez que se revende una obra digital.
Imagina una cadena de suministro donde cada entrega genera por sí sola un movimiento financiero.
Esto no es futuro, ya está ocurriendo. Y lo más poderoso: no hay un árbitro externo. No hay una autoridad que diga si el contrato vale o no. Porque está diseñado para valerse por sí mismo.
El contrato inteligente no solo preserva derechos: los automatiza y los protege con una lógica implacable.
¿Y entonces, por qué regular algo que ya se autorregula?
Esta es la gran pregunta. Uno de los elementos que más ha fortalecido a la blockchain es que nació sin permiso, sin supervisión, sin apellidos institucionales. Fue una respuesta espontánea —y poderosa— a los fallos del sistema tradicional.
Es decir, la blockchain emerge como un contravalor:
Un código que pone orden donde antes había manipulación,
Un diseño que corrige lo que los reguladores no pudieron o no supieron corregir,
Una forma pura de mercado que se autorregula con incentivos en lugar de sanciones.
Por eso, sorprende (e inquieta) ver cómo la narrativa actual empieza a girar hacia una obsesión por la regulación. Es legítimo plantearse:
¿Cómo es posible que lo que ha demostrado ser funcional, útil, seguro y distribuido… se vea ahora en riesgo por una necesidad compulsiva de ser supervisado?
El reto real: acceso global, no control local
Sí, la blockchain tiene grandes retos. Pero en mi opinión, no están en la falta de control, sino en la falta de acceso.
El verdadero desafío es:
Cómo llevar esta tecnología a regiones marginadas
Cómo hacerla comprensible para quienes no dominan la tecnología
Cómo garantizar que sus beneficios no queden en manos de unos pocos
Ahí es donde hay que enfocar la energía. No en legislar lo que el propio diseño ya regula mejor que muchos organismos, sino en facilitar, educar, expandir.
“Regular la blockchain es, en cierto modo, como querer dar clases a quien ya resolvió el problema con una solución más elegante.”
En conclusión
La blockchain, en su esencia más pura, no es una amenaza al sistema. Es su respuesta. Una corrección desde el mercado a los fallos estructurales del propio mercado. Y eso es, desde todo punto de vista, poesía.
Regulemos con cabeza, sí. Pero reconozcamos también cuándo el profesor es el código. Y el alumno, tal vez, el viejo sistema.
Diseñar el futuro con los principios correctos
Una reflexión personal a partir del capítulo 2 de La revolución Blockchain (Don y Alex Tapscott)
A veces un libro no solo te informa: te reconcilia con tu propio pasado. Te recuerda quién eras cuando propusiste una idea que no fue escuchada, cuando dedicaste horas a un problema sin obtener aplausos. Y, con el paso del tiempo, te das cuenta de que sembraste bien. Que simplemente fue demasiado pronto.
Eso me ha pasado con el capítulo 2 de La revolución Blockchain, donde los autores presentan los siete principios esenciales de la economía basada en blockchain. Una economía que no solo habla de tecnología, sino de ética, de visión y de una manera nueva de distribuir confianza.
Integridad en red: cuando una buena idea no encuentra su momento
Hace más de una década propuse, en una empresa agroalimentaria, aplicar tecnologías emergentes —hoy claramente convivientes con blockchain— para garantizar la trazabilidad total de los productos: desde la producción agrícola hasta el consumidor, integrando TODA la cadena de valor de la compañia.
Registrarlo todo: tratamientos aplicados, técnicos responsables, fechas, controles. Pero la propuesta cayó en saco roto. Nada. Ni una pregunta, ni una mención.
Era demasiado novedosa. Generaba miedo. Como a veces ocurre con blockchain hoy.
No fue una derrota. O al menos ya no la siento así. Me esforcé por entender ese problema, me enamoré de él —como bien sugiere Uri Levine—, y le dediqué ideas, lecturas, cariño.
Hoy, al ver que el enfoque está siendo adoptado y documentado, como en el libro Blockchain en agricultura: aplicaciones, oportunidades y retos, siento una enorme satisfacción. Saber que estaba en lo cierto. Que intuí bien. Que propuse una solución útil antes de que fuera tendencia.
Perdí esa batalla, pero gané la certeza. Y eso también honra.
Poder distribuido: autonomía que protege
Pienso en aquellos ingenieros agrónomos, independientes, competentes, responsables de validar el uso de insumos o técnicas en cada finca.
El principio del poder distribuido significa que sus decisiones quedarían registradas sin posibilidad de manipulación. Serían soberanas, auditables, protegidas. No tendrían que enfrentarse a sistemas opacos, ni ver cómo su trabajo era alterado o ignorado.
Cuando el poder se reparte, florece el respeto por el saber experto.
Valor como incentivo: cuando la rueda empieza a girar sola
Cuando se garantiza la integridad y se distribuye el poder, el valor se genera de forma natural. Pero blockchain va más allá: lo convierte en incentivo.
Reconoce al que hace bien las cosas. Recompensa la transparencia. Estimula la excelencia.
Es la economía de la confianza en acción. Una confianza que no se promete: se programa.
Seguridad, privacidad, derechos, inclusión…
Estos principios no necesitan presentación. Son esenciales en cualquier diseño digital que se diga justo y moderno.
Blockchain los honra. No desde la retórica, sino desde la estructura.
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Seguridad sin dependencias.
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Privacidad sin encierro.
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Derechos que no necesitan ser mendigados.
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Inclusión que no espera invitación.
Diseñar el futuro… con ternura
El capítulo termina con una propuesta que comparto profundamente: usar esta tecnología no como un arma ideológica, sino como un puente hacia un futuro mejor.
Estoy cansado de posturas extremas. De los que ven enemigos donde hay ignorancia.
Prefiero diseñar desde el asombro, desde la calma, desde esa inocencia que aún conserva quien cree que todo puede mejorar.
Y si un día nos cuesta, probemos la amabilidad.
Porque a veces, ser amable con el mundo es la única manera de no romperse por dentro.
Conclusión
Blockchain nos da una oportunidad extraordinaria de repensar cómo generamos y protegemos valor. Y si sus principios se aplican con sensatez, con ética, con humanidad… entonces no solo construiremos tecnología: construiremos legado.
“Una buena idea no necesita imponerse. Solo necesita tiempo, estructura y propósito. Porque cuando la tecnología respeta al ser humano, entonces nace el futuro.”
Blockchain: la Revolución Silenciosa que Remodelará la Confianza Global
La lectura de La Revolución Blockchain, de Don y Alex Tapscott, es mucho más que el descubrimiento de una nueva tecnología.
Es, sobre todo, una invitación honesta a repensarlo todo: qué es la confianza, cómo se almacena el valor, cómo se construye un sistema económico más justo.
Este libro, llamado a convertirse en un clásico inevitable en la historia de la transformación digital, logra algo excepcional: explica de manera accesible pero profunda los verdaderos fundamentos de la revolución blockchain, más allá del hype de las criptomonedas.
La blockchain no es solo Bitcoin.
Es una nueva infraestructura de confianza distribuida, basada en ocho pilares que, como describen los Tapscott, cambiarán profundamente sectores como el financiero, el legal, el artístico, e incluso el institucional.
La simple existencia de un libro así, escrito con tal honestidad intelectual, es ya un acto de esperanza.
En su núcleo más poderoso, esta revolución radica en dos conceptos que atraviesan todo el capítulo III:
Ethereum como gran plataforma de automatización descentralizada,
y la aparición de la triple partida contable como nuevo estándar de veracidad.
Ethereum no es simplemente otra criptomoneda.
Es un nuevo tipo de infraestructura que permite codificar reglas, contratos y acuerdos de manera pública, inmutable y sin necesidad de confianza ciega en terceros.
Frente al enfoque conservador de Bitcoin como "oro digital", Ethereum se alza como la computadora mundial, la plataforma sobre la que puede construirse una nueva economía de servicios, propiedad y relaciones descentralizadas.
Aquí aparece el primer punto de fricción con las instituciones tradicionales:
automatizar los acuerdos reduce la necesidad de intermediarios humanos, despachos legales, notarías e incluso algunas funciones clásicas de la banca.
Pero si Ethereum representa la computación descentralizada, la triple partida contable representa la transparencia radical.
Hasta ahora, las grandes organizaciones, especialmente los bancos y las auditoras, han prosperado interpretando registros financieros internos.
La confianza dependía de su interpretación.
Con la triple partida contable, cada transacción queda criptográficamente registrada en una blockchain pública e inalterable, visible para cualquiera.
No hay interpretación: hay evidencia.
Aquí es donde el cambio duele más.
Las grandes auditoras —esas torres de marfil de la validación económica, con décadas de tradición y protocolos renuentes al cambio— se enfrentan a una amenaza existencial.
Si la veracidad de los registros puede ser comprobada de manera automática y abierta, ¿cuál será su rol futuro?
¿De verificadores de confianza a simples certificadores de smart contracts? ¿De árbitros financieros a supervisores de algoritmos?
Estas preguntas son incómodas, pero inevitables.
Como los Tapscott intuyen en su obra, no es la blockchain la que debe adaptarse al viejo orden, sino el viejo orden el que debe repensar su función en un mundo más honesto.
Y aquí llegamos a la paradoja que se desliza elegantemente en el texto de los Tapscott:
Mientras los grandes bancos centrales y muchos voceros del poder financiero tradicional desconfían, descalifican o minimizan las posibilidades de blockchain,
las grandes firmas privadas, las mismas que representan intereses en esos entornos, invierten silenciosamente en su adopción.
Ejemplos como Société Générale o JP Morgan no son anomalías: son síntomas de que la revolución avanza sin necesidad de permiso.
¿Qué impulsa entonces a la periferia —emprendedores, tecnólogos, ciudadanos corrientes— a abrazar esta transformación mientras las élites intentan frenarla?
La respuesta es simple: esperanza real.
Esperanza en una economía donde el valor no dependa de relaciones de poder, sino de integridad objetiva.
Esperanza en contratos que no requieran abogados para ejecutarse.
Esperanza en transferencias de valor sin peajes invisibles.
Como bien advierten los Tapscott, el mayor peligro no es blockchain en sí:
es no comprender a tiempo su poder regenerador.
En definitiva, el capítulo III de La Revolución Blockchain no es un manifiesto técnico ni un libro de modas pasajeras.
Es un mapa para quienes quieran construir el futuro con inteligencia, resiliencia y visión.
Ethereum, los contratos inteligentes, la triple partida contable, y el espíritu descentralizador de blockchain no destruirán el sistema actual.
Simplemente lo obligarán a evolucionar.
Y como toda evolución real, será dolorosa para quienes más se beneficiaron del viejo orden.
Para quienes miran al futuro con honestidad, en cambio, será el inicio de una era más justa, más eficiente y profundamente humana.
Blockchain y la Empresa que Viene: Estrategia, Confianza y Economía Colaborativa
En un tiempo donde los discursos empresariales se repiten, la tecnología blockchain irrumpe con algo más profundo que una simple mejora de procesos: plantea una nueva lógica de confianza, cooperación y estrategia. El capítulo 4 del libro La revolución Blockchain de Don y Alex Tapscott nos obliga a mirar más allá de la infraestructura técnica para entender cómo la propia idea de empresa está siendo rediseñada.
Aquí no hablamos solo de eficiencia. Hablamos de una nueva forma de pensar las relaciones, los proyectos y el papel de todos los actores, incluidos aquellos que antes eran vistos solo como destinatarios pasivos de un producto: los clientes.
Clientes como creadores de valor
Una de las ideas más revolucionarias (y poco comentadas) que propone esta lectura es que el cliente ya no es simplemente alguien que “compra”. En una economía blockchain, el cliente puede ser un nodo activo en la creación y evolución del producto o servicio. Esto ya ocurre en parte con los modelos de software libre o las comunidades open source, pero la blockchain lo lleva a otro nivel: el cliente participa directamente en la operación del negocio.
¿Cómo? Aportando datos de uso, proponiendo mejoras, colaborando en gobernanzas descentralizadas (DAOs), validando información en tiempo real... Todo esto sin necesidad de conocerse, sin fricción y sin intermediarios, porque el protocolo y la trazabilidad automatizada lo hacen posible.
La empresa, entonces, no lanza productos al mercado, sino que co-crea soluciones con ese mercado. Esta dinámica de retroalimentación continua no solo acelera el proceso de innovación, sino que lo hace más relevante, más afinado, más real. Estamos frente a una mutación cultural tan profunda como tecnológica.
De estructuras jerárquicas a proyectos vivos
Otra idea potente del capítulo es que las empresas están dejando de funcionar como estructuras jerárquicas cerradas para convertirse en ecosistemas proyectizados. Ya no importa tanto si un profesional pertenece al "departamento X" o a la "línea Y": lo que importa es su aportación al proyecto.
Esto tiene consecuencias radicales en la organización del trabajo: ya no hay silos, hay nodos. No hay jefes funcionales, hay coordinación ágil. Blockchain permite que esos proyectos estén sostenidos por reglas programadas, contratos inteligentes, reputación descentralizada y una visibilidad total de las contribuciones.
Por eso, las relaciones dentro de la empresa ya no se rigen por control jerárquico, sino por confianza técnica y compromiso compartido. Este modelo, mucho más cercano a una economía de proyectos que a una empresa funcional clásica, se adapta como un guante a los tiempos de cambio acelerado.
Confianza distribuida: estrategia operativa en clave de colaboración
Uno de los mayores méritos de esta nueva visión es que desdibuja las fronteras entre estrategia y operación. Tradicionalmente, la estrategia se decidía en la cúpula y bajaba hacia los niveles operativos. Pero en una empresa reformada por la blockchain, la operación es estratégica desde el momento en que es transparente, trazable y abierta a la inteligencia colectiva.
La trazabilidad de cada decisión, cada envío, cada microcontrato... convierte el día a día operativo en una fuente continua de aprendizaje y mejora estratégica. Se rompe así la brecha entre el diseño y la ejecución, porque la estrategia se ejecuta en tiempo real, en colaboración distribuida y en red.
Este es quizás el gran mensaje de fondo: la empresa ya no es una torre desde la que se dirige, sino un flujo en el que todos participan. Y en ese flujo, la blockchain actúa como garante de las reglas, como árbitro imparcial y como memoria inviolable de cada paso.
Una economía de la confianza y el propósito
Lo fascinante de este modelo es que no necesita imponer valores: los valores están embebidos en el sistema. La confianza no se basa en la palabra, sino en el código. El compromiso no se exige, se constata. La colaboración no es una consigna, es una mecánica.
Y todo esto abre una puerta enorme: la de una economía colaborativa que no es voluntarista ni utópica, sino funcional, escalable y profundamente humana. Porque al redistribuir poder, al permitir voz, al abrir gobernanzas y decisiones, lo que se abre también es el sentido de pertenencia, el propósito compartido, el entusiasmo de construir algo entre todos.
Epílogo: el futuro se diseña con quienes creen en él
No es solo una cuestión de tecnología. Es una cuestión de visión, humildad y voluntad de desaprender. Porque en este nuevo paradigma no se trata de competir más, sino de confiar mejor. No se trata de acumular poder, sino de liberarlo estratégicamente en la red.
Como bien intuyes, la clave está en entender que blockchain no es solo eficiencia. Es propósito, es estrategia, es operación colaborativa, es diseño de futuro. Un futuro que, como tantas veces, nacerá de aquellos que no esperaban permiso para innovar.
La evolución del modelo empresarial en la era blockchain
En este capítulo, los autores proponen una transformación profunda en la forma en que concebimos los negocios, abandonando el clásico enfoque basado en plataformas para dar paso a modelos organizados en torno a protocolos distribuidos. Esta transición es, a juicio de Don y Alex Tapscott, tan revolucionaria como necesaria.
El modelo de plataforma, representado por gigantes como Uber, Facebook o Amazon, se basa en crear un espacio centralizado donde usuarios y proveedores interactúan, pero donde el valor y los datos se concentran en la cima de la pirámide: en manos de la empresa propietaria de la plataforma. Aunque ofrecen acceso y escalabilidad, estas estructuras tienen efectos secundarios considerables: dependencia de un ente central, opacidad en el reparto de valor, falta de participación en la gobernanza y pérdida de soberanía digital por parte del usuario o contribuyente.
Frente a este modelo, el enfoque basado en protocolos, respaldado por la tecnología blockchain, propone una alternativa radicalmente distinta: en lugar de operar dentro de una plataforma controlada, se participa en un sistema abierto, descentralizado, gobernado por sus usuarios. Aquí los datos son propiedad de quien los genera, las decisiones se toman de forma distribuida, y los incentivos se alinean entre todos los participantes mediante criptomonedas o tokens nativos del protocolo.
En este sentido, un sistema como Bitcoin no es una empresa que da servicios de pago, sino un protocolo de confianza descentralizado donde cada nodo participa en la validación de transacciones y en la creación del valor económico. Lo mismo ocurre con protocolos como Ethereum, que permite a cualquier persona crear una aplicación descentralizada sobre una infraestructura común, sin pedir permiso a nadie ni depender de un tercero centralizado.
Este nuevo modelo de negocio plantea una economía más justa, transparente y participativa, donde los usuarios no son simplemente consumidores o productores subordinados, sino copropietarios de la red en la que participan. El valor se genera y se reparte de forma horizontal. Se rompe así la asimetría de poder característica de los modelos de plataforma y se inaugura una nueva era de empresas distribuidas, redes abiertas y colaboración sin fricciones.
De lo teórico a lo práctico: el caso de las cooperativas agrarias
Para ilustrar esta evolución, podemos trasladarnos a un sector tradicional como la agricultura, donde tanto las cooperativas agrarias como las SAT representan históricamente uno de los modelos más antiguos de colaboración económica.
Estas entidades nacieron con el objetivo de unir a pequeños productores para compartir recursos, ganar poder de negociación y mejorar condiciones de acceso a mercado. Sin embargo, muchas de ellas operan aún con estructuras centralizadas, donde un pequeño grupo toma las decisiones clave, controla la información y gestiona los beneficios. Aunque eficaces en muchos casos, estas organizaciones suelen mostrar limitaciones: falta de agilidad, baja transparencia, dependencia de líderes y escasa participación real en las decisiones.
Ahora bien, ¿qué sucedería si aplicáramos un modelo de protocolo sobre esta realidad?
Imagina una cooperativa agrícola basada en blockchain donde:
Cada productor es dueño de sus datos de producción y transacciones.
Las reglas de distribución, logística y comercialización están programadas en smart contracts.
La gobernanza se decide mediante votación digital y mecanismos de consenso.
El acceso a financiación, ayudas o certificaciones está automatizado y verificado en red.
Esta "cooperativa 3.0" no sería una empresa vertical, sino una infraestructura común distribuida, gobernada por sus miembros, más eficiente, transparente y justa. La confianza no se deposita en una figura administrativa, sino en el código abierto, el registro inmutable de blockchain y la participación equitativa. Las fricciones se reducen, los incentivos se alinean, y la innovación florece.
Lo que proponen Tapscott padre e hijo no es una utopía, sino un nuevo paradigma organizacional que rescata valores cooperativos clásicos, pero los amplifica y moderniza gracias a la tecnología. Ya no se trata solo de compartir maquinaria o canales de distribución: se trata de codiseñar el sistema económico en el que se participa, con voz, voto y recompensa justa.
Conclusión
Este capítulo, quizás uno de los más potentes y visionarios de todo el libro, nos invita a repensar los modelos de negocio desde su misma raíz. Es una llamada a la reinvención empresarial basada en ética, transparencia y descentralización. Y sobre todo, un recordatorio de que la blockchain no es solo una herramienta para mejorar lo que ya tenemos, sino una puerta hacia lo que aún no nos hemos atrevido a construir.
En un mundo donde las cooperativas pueden ser protocolos, y donde los agricultores, desarrolladores o consumidores pueden ser co-creadores del sistema económico, la revolución no es tecnológica: es humana.
Reumen del Capitulo Nuevos Modelos de Negocio
Dada la relevancia de este capitulo, me permito (aunque sea de modo excepcional) introducir un resumen objetivo del mismo, justificando asi mis reflexiones anteriores.
Como digo, este capítulo es una de las secciones más reveladoras del libro, porque pasa de los conceptos técnicos a un terreno pragmático: cómo la blockchain está cambiando la manera en que se crean, operan y escalan los modelos de negocio. La propuesta de los autores es clara: la descentralización no solo es un fenómeno tecnológico, sino un catalizador de reinvención empresarial.
1. Desintermediación como columna vertebral
Uno de los puntos más centrales del capítulo es cómo blockchain permite eliminar —o reducir significativamente— el papel de los intermediarios. Plataformas como Uber, Airbnb o Amazon funcionan como grandes intermediarios digitales; sin embargo, la blockchain permite repensar estos modelos y crear redes peer-to-peer confiables y sin necesidad de un “tercero de confianza centralizado”.
Esta desintermediación tiene múltiples implicaciones:
Reducción de costes.
Aumento de la transparencia.
Retorno del poder a los verdaderos creadores o usuarios de valor (consumidores y productores).
2. El surgimiento de las plataformas descentralizadas
Aquí se destaca la irrupción de plataformas como Ethereum, que no solo permiten transacciones, sino la creación de contratos inteligentes y dApps (aplicaciones descentralizadas), que ofrecen una nueva infraestructura sobre la cual construir negocios sin un control jerárquico.
Se sugiere que estas plataformas podrían suplantar a muchas de las estructuras tradicionales, ofreciendo soluciones más justas, auditables, automatizadas y resistentes a la censura o manipulación.
3. Modelos de tokenización
Este es otro eje clave. Los tokens permiten:
Financiar proyectos de forma innovadora (ICO, STO...).
Incentivar comportamientos dentro de las comunidades (tokenomics).
Crear nuevos mecanismos de gobernanza y participación, donde los usuarios ya no son simples clientes, sino copropietarios y cocreadores del sistema.
En muchos sentidos, este modelo redefine lo que entendemos por acción, voto o propiedad digital.
4. La empresa como red
El modelo de empresa también se reinterpreta. Los autores proponen que muchas organizaciones en el futuro no tendrán una sede física ni empleados tradicionales, sino que funcionarán como DAOs (Organizaciones Autónomas Descentralizadas), donde los incentivos están alineados mediante contratos inteligentes y participación tokenizada.
Esto se vincula directamente con el fenómeno de la “gig economy”, pero lo lleva a un nivel más profundo, potenciando la eficiencia, pero también demandando una reconfiguración del liderazgo y la toma de decisiones.
5. Nuevos modelos de confianza
En un mundo en el que los datos y las decisiones ya no dependen de una entidad central, el activo más valioso será la reputación digital verificada, gestionada de forma autónoma y almacenada de forma inmutable.
Este tipo de confianza basada en código puede ser la piedra angular de nuevos modelos de comercio, colaboración y producción distribuida.
Valoración personal
Este capítulo marca un punto de inflexión en el libro. Los autores ya no están intentando convencernos de que la blockchain es importante: ya lo dan por hecho. Ahora, invitan a imaginar y preparar el terreno para lo que viene, lanzando un mensaje claro: los negocios que sobrevivan serán aquellos que entiendan y abracen esta transformación estructural.
Además, es una lectura inspiradora para quienes, como tú, Fran, estás combinando el conocimiento financiero, la tecnología y el espíritu emprendedor. Aquí se ve claramente que el camino no es repetir los esquemas del pasado, sino ayudar a redibujar el presente con herramientas nuevas, ágiles y transparentes.
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