Liderar con cicatrices
Lo que aprendes cuando decides no endurecerte
He compartido en estos últimos post experiencias, ideas y aprendizajes acumulados a lo largo de los años como gerente de proyectos. He hablado de poder, de negociación, de estrategia… y también —sin buscarlo demasiado— de mí. Porque al final, todo lo que uno lidera pasa inevitablemente por lo que uno es.
Y sí, reconozco que he descubierto algo que hasta hace poco no habría puesto tan claramente por escrito: hay una forma de dureza que me ha acompañado más de lo que me gustaría. Una forma de presión que, aunque justificada por los resultados, no siempre fue amable con el camino recorrido.
He liderado con convicción. He defendido a los equipos. He entregado proyectos en condiciones muy exigentes. Pero en más de una ocasión me encontré ejerciendo mi rol con una fuerza que dejaba poco margen para matices. Tal vez era lo que se necesitaba. O tal vez era mi forma de proteger algo más frágil que no quise mostrar. No lo sé del todo. Solo sé que, con el tiempo, uno empieza a mirar hacia atrás no solo por los hitos conseguidos, sino por la forma en que se consiguieron.
No me avergüenza decir que estoy en un momento de revisión. No me arrepiento, pero sí quiero hacerlo mejor. Y en ese “hacerlo mejor” no se trata ya de métodos o herramientas, sino de estilo, de trato, de fondo. De cómo liderar sin endurecerse. De cómo preservar la firmeza sin perder el tacto. De cómo hacer que los proyectos salgan adelante sin que nadie —ni siquiera uno mismo— salga herido.
Porque algo he aprendido: liderar también es cuidar. Y ese cuidado empieza por uno mismo. Por no dejarse arrastrar por los entornos hostiles. Por no adoptar como propias formas de presión que deshumanizan. Por recordar que detrás de cada entregable hay personas, y detrás de cada decisión hay impacto emocional.
No se trata de suavizar la exigencia. Se trata de refinarla con propósito y compasión.
Y aquí estoy ahora: sin necesidad de demostrar nada, pero con muchas ganas de seguir aprendiendo. De revisar los automatismos. De explorar maneras más sostenibles de liderar. De dejar espacio al otro sin renunciar a la claridad. De no tener que elegir entre el éxito del proyecto y la dignidad de las personas.
Liderar con cicatrices es reconocer que no hay recorrido sin rozaduras. Pero también es comprometerse a que esas cicatrices no se conviertan en coraza, sino en sabiduría.
“La autoridad se ejerce, el respeto se gana. Y el legado se construye con la forma en que hiciste sentir a los que te acompañaron.”
Comentarios
Publicar un comentario