Una Buena Estrategia es Inesperada
Más Allá del Check List y los MVP Superficiales
Richard P. Rumelt nos plantea una verdad incómoda en el primer capítulo de Buena Estrategia / Mala Estrategia: muchas organizaciones creen que tienen una estrategia cuando, en realidad, lo único que tienen es una lista de deseos disfrazada de plan. Una buena estrategia no es un documento lleno de palabras grandilocuentes ni un simple check list de pasos estándar que cualquiera podría encontrar en Google. Es un proceso profundo que exige una comprensión real del problema, una identificación clara de los desafíos y una serie de acciones decisivas para abordarlos con inteligencia.
Aquí es donde veo un punto de fricción con otro libro influyente en el mundo del emprendimiento: El Método Lean Startup de Eric Ries. Aunque es una obra clave para entender la iteración y la agilidad en los negocios, percibo en ella una ligereza preocupante: la obsesión por lanzar rápidamente un Producto Mínimo Viable (MVP) a menudo se antepone a la maduración profunda de ideas e intuiciones visionarias.
El Peligro de una Estrategia Basada en MVPs sin Visión
No se trata de descartar el concepto de MVP, pero sí de entender que su éxito depende en gran parte de su capacidad de pivotar. Ries lo menciona en el segundo bloque de su libro, pero muchas startups interpretan mal el mensaje y terminan lanzando al mercado productos que no tienen ni la solidez ni la adaptabilidad necesarias para evolucionar.
Aquí es donde Rumelt nos ofrece una lección clave: una estrategia sólida no se construye a base de experimentos aleatorios, sino sobre un diagnóstico claro y una serie de decisiones bien enfocadas. No basta con lanzar algo “rápido y barato” para ver cómo reacciona el mercado; hay que preguntarse primero si ese lanzamiento tiene sentido dentro de un marco estratégico bien planteado.
Las grandes innovaciones no han surgido de la prisa por tener un MVP en el mercado, sino de la capacidad de sus creadores para observar más allá de lo evidente y actuar de forma inesperada. Steve Jobs no creó el iPhone siguiendo un proceso de prueba y error con productos incompletos, sino anticipando necesidades que el público ni siquiera sabía que tenía.
Estrategia: Más que una Lista de Pasos, una Mentalidad
La diferencia entre una buena estrategia y una mala estrategia es la misma que existe entre un líder visionario y un seguidor de tendencias. Los primeros entienden que el éxito no se basa en seguir una receta prefabricada, sino en ver la realidad con una perspectiva única y tomar decisiones audaces.
En lugar de depender de check lists sacados de internet o de lanzar productos mínimos viables sin un sentido estratégico claro, deberíamos preguntarnos:
- ¿Estoy resolviendo un problema real de manera inteligente o simplemente siguiendo una moda metodológica?
- ¿Tengo una visión clara de hacia dónde quiero ir o solo estoy improvisando?
- Si mi MVP fracasa, ¿tengo la capacidad de pivotar de manera efectiva o mi producto está condenado desde el inicio?
Si algo nos enseña Rumelt es que las mejores estrategias sorprenden porque están basadas en un análisis profundo y en decisiones bien ejecutadas, no en la mera repetición de fórmulas populares.
"Una buena estrategia es inesperada porque identifica y aborda el problema real de una manera en la que otros no han pensado" – Richard P. Rumelt
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