Blockchain: Digamos sí a la revolución
Blockchain, confianza y la paradoja de la promesa aún incumplida
Reflexiones a propósito del capítulo 1 de “La Revolución Blockchain” (Don y Alex Tapscott)
Vivimos en una época fascinante: nunca ha sido tan fácil comunicarnos, compartir datos, generar acuerdos... y sin embargo, nunca ha sido tan frágil la confianza que depositamos en las estructuras que supuestamente nos protegen. El primer capítulo del libro La Revolución Blockchain, titulado “El protocolo fiable”, aborda este dilema con un enfoque convincente: la confianza ya no necesita intermediarios. O al menos, no debería.
Los autores plantean que la blockchain puede ser el nuevo soporte de confianza digital: una infraestructura descentralizada, transparente, verificable, inmutable… En teoría, perfecta. Entonces, surge una pregunta inevitable:
¿Por qué, si esta tecnología es tan revolucionaria, su adopción real aún es limitada?
¿Una promesa… o una utopía pendiente?
Uno de los apartados más interesantes del capítulo se titula “Un Plan de Prosperidad”. Se describe una visión ambiciosa y razonada: la blockchain como motor de igualdad de oportunidades, eficiencia, transparencia, e incluso justicia. Pero tras años de avance tecnológico, muchas de estas promesas siguen siendo aspiraciones más que realidades consolidadas.
Y entonces surge la duda:
¿Qué frena la implantación masiva de algo que, a todas luces, parece un salto de confianza para el mundo digital?
¿Será simplemente el tiempo? ¿Las dificultades tecnológicas? ¿La falta de regulación?
O quizás —y esta es una idea que ronda en mi cabeza— el problema está en que blockchain, en su esencia, representa una amenaza al statu quo.
Cuando la confianza compite con el control
La blockchain propone algo disruptivo: que las personas puedan confiar sin necesidad de terceros de poder. Que el código sea ley. Que las reglas estén escritas y no sujetas a interpretación ni a manipulación.
Pero... ¿y si eso precisamente es lo que incomoda?
Porque quienes históricamente han sido los garantes de la confianza (Estados, bancos, grandes plataformas) han construido sistemas donde la confianza está atada al control. Control sobre el dinero, sobre la identidad, sobre la información.
Y aquí aparece el vértigo:
-
¿Qué ocurre si de repente no necesitamos esos garantes?
-
¿Qué pasa cuando la confianza se programa y se verifica en red?
-
¿Dónde quedan los intermediarios de siempre?
¿El precio del cambio será la crisis?
Otra inquietud no menor:
¿Debe producirse una hecatombe para que esta tecnología triunfe?
Es una idea incómoda, pero no descabellada. Muchos ven en Bitcoin, por ejemplo, una tabla de salvación frente a un sistema financiero inflado, endeudado y desconectado de la realidad productiva. Pero si esta salvación solo llega cuando todo colapsa... ¿es eso un avance? ¿O un síntoma de que vamos demasiado tarde?
Vivimos en una aparente abundancia: ocio, viajes, consumo. Pero muchos no pueden permitirse una vivienda, o construir un futuro económico sostenible. La jaula es dorada, pero sigue siendo jaula. Nos venden libertad, pero muchas decisiones clave siguen fuera de nuestro alcance.
¿Será, entonces, que blockchain no solo ofrece una solución, sino que desnuda una incomodidad profunda del sistema?
¿Y si el problema no es técnico ni legal?
Quizás las verdaderas barreras no son regulatorias ni tecnológicas, sino culturales y políticas. Aceptar blockchain como nueva base de confianza implica aceptar:
-
Mayor autonomía individual
-
Menor margen para la manipulación institucional
-
Nuevas formas de distribuir riqueza, identidad y propiedad
Y ahí está el conflicto. No con la tecnología, sino con lo que implica cambiar las reglas del juego.
Promesa y peligro
El capítulo cierra con una dualidad clara: la promesa y el peligro. Promesa de progreso, inclusión, control individual. Peligro de abuso, mal uso, o incluso nuevas formas de desigualdad si se repiten viejos errores en un entorno nuevo.
Ahí radica su fuerza. Y también su advertencia: la blockchain puede ser una herramienta de liberación… o simplemente una nueva fachada si no cambiamos también la forma en que entendemos el poder, la confianza y el valor.
"Confiar ya no debería ser un acto de fe, sino un resultado programado. Pero para que eso ocurra, no basta con escribir buen código: hace falta también reescribir nuestras estructuras mentales y sociales."
Este libro, al menos en su comienzo, abre esa puerta. Nos toca a nosotros decidir si solo lo leemos… o si realmente queremos atravesarla.
Comentarios
Publicar un comentario