Nuevos modelos de negocio: de plataformas a protocolos

La evolución del modelo empresarial en la era blockchain

En este capítulo, los autores proponen una transformación profunda en la forma en que concebimos los negocios, abandonando el clásico enfoque basado en plataformas para dar paso a modelos organizados en torno a protocolos distribuidos. Esta transición es, a juicio de Don y Alex Tapscott, tan revolucionaria como necesaria.

El modelo de plataforma, representado por gigantes como Uber, Facebook o Amazon, se basa en crear un espacio centralizado donde usuarios y proveedores interactúan, pero donde el valor y los datos se concentran en la cima de la pirámide: en manos de la empresa propietaria de la plataforma. Aunque ofrecen acceso y escalabilidad, estas estructuras tienen efectos secundarios considerables: dependencia de un ente central, opacidad en el reparto de valor, falta de participación en la gobernanza y pérdida de soberanía digital por parte del usuario o contribuyente.

Frente a este modelo, el enfoque basado en protocolos, respaldado por la tecnología blockchain, propone una alternativa radicalmente distinta: en lugar de operar dentro de una plataforma controlada, se participa en un sistema abierto, descentralizado, gobernado por sus usuarios. Aquí los datos son propiedad de quien los genera, las decisiones se toman de forma distribuida, y los incentivos se alinean entre todos los participantes mediante criptomonedas o tokens nativos del protocolo.

En este sentido, un sistema como Bitcoin no es una empresa que da servicios de pago, sino un protocolo de confianza descentralizado donde cada nodo participa en la validación de transacciones y en la creación del valor económico. Lo mismo ocurre con protocolos como Ethereum, que permite a cualquier persona crear una aplicación descentralizada sobre una infraestructura común, sin pedir permiso a nadie ni depender de un tercero centralizado.

Este nuevo modelo de negocio plantea una economía más justa, transparente y participativa, donde los usuarios no son simplemente consumidores o productores subordinados, sino copropietarios de la red en la que participan. El valor se genera y se reparte de forma horizontal. Se rompe así la asimetría de poder característica de los modelos de plataforma y se inaugura una nueva era de empresas distribuidas, redes abiertas y colaboración sin fricciones.

De lo teórico a lo práctico: el caso de las cooperativas agrarias

Para ilustrar esta evolución, podemos trasladarnos a un sector tradicional como la agricultura, donde tanto las cooperativas agrarias como las SAT representan históricamente uno de los modelos más antiguos de colaboración económica.

Estas entidades nacieron con el objetivo de unir a pequeños productores para compartir recursos, ganar poder de negociación y mejorar condiciones de acceso a mercado. Sin embargo, muchas de ellas operan aún con estructuras centralizadas, donde un pequeño grupo toma las decisiones clave, controla la información y gestiona los beneficios. Aunque eficaces en muchos casos, estas organizaciones suelen mostrar limitaciones: falta de agilidad, baja transparencia, dependencia de líderes y escasa participación real en las decisiones.

Ahora bien, ¿qué sucedería si aplicáramos un modelo de protocolo sobre esta realidad?

Imagina una cooperativa agrícola basada en blockchain donde:

  • Cada productor es dueño de sus datos de producción y transacciones.

  • Las reglas de distribución, logística y comercialización están programadas en smart contracts.

  • La gobernanza se decide mediante votación digital y mecanismos de consenso.

  • El acceso a financiación, ayudas o certificaciones está automatizado y verificado en red.

Esta "cooperativa 3.0" no sería una empresa vertical, sino una infraestructura común distribuida, gobernada por sus miembros, más eficiente, transparente y justa. La confianza no se deposita en una figura administrativa, sino en el código abierto, el registro inmutable de blockchain y la participación equitativa. Las fricciones se reducen, los incentivos se alinean, y la innovación florece.

Lo que proponen Tapscott padre e hijo no es una utopía, sino un nuevo paradigma organizacional que rescata valores cooperativos clásicos, pero los amplifica y moderniza gracias a la tecnología. Ya no se trata solo de compartir maquinaria o canales de distribución: se trata de codiseñar el sistema económico en el que se participa, con voz, voto y recompensa justa.


Conclusión

Este capítulo, quizás uno de los más potentes y visionarios de todo el libro, nos invita a repensar los modelos de negocio desde su misma raíz. Es una llamada a la reinvención empresarial basada en ética, transparencia y descentralización. Y sobre todo, un recordatorio de que la blockchain no es solo una herramienta para mejorar lo que ya tenemos, sino una puerta hacia lo que aún no nos hemos atrevido a construir.

En un mundo donde las cooperativas pueden ser protocolos, y donde los agricultores, desarrolladores o consumidores pueden ser co-creadores del sistema económico, la revolución no es tecnológica: es humana.

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