La Ilusión de la Propiedad (Lectura "Bitcoinismo" -- Adrián Bernabéu)

Una reflexión crítica sobre la fragilidad de lo que creemos poseer

En el tercer capítulo de Bitcoinismo, Adrián Bernabéu se adentra en una de las ideas más disruptivas (y arriesgadas) de su propuesta: la propiedad tal como la entendemos es, en gran medida, una ilusión. Aunque esta afirmación pueda parecer radical —y en cierto modo lo es—, el autor la defiende con ejemplos históricos, datos económicos y una lectura crítica del papel que tienen los Estados, las instituciones y el sistema financiero tradicional en la mediación (y limitación) de nuestra capacidad real de “poseer”.

Sin entrar en un repaso académico de la evolución histórica de la propiedad, el capítulo sí deja claro cómo hemos pasado de un modelo de posesión directa (en lo físico y tangible) a una realidad en la que gran parte de nuestros activos dependen de intermediariosterceros de confianza, o están condicionados por estructuras regulatorias que pueden limitar, congelar, intervenir o incluso confiscar esos bienes. Esto aplica desde cuentas bancarias, hasta bienes inmuebles o derechos digitales.

Bernabéu, con una prosa directa, plantea que no somos dueños plenos de nada, ni siquiera en las democracias más desarrolladas. Basta una medida administrativa, una normativa o una crisis bancaria para que el acceso a lo que creemos nuestro se vea interrumpido. Si bien esta afirmación puede parecer pesimista o incluso provocadora, hay casos recientes y reales que la respaldan: corralitos bancarios, quiebras de bancos, confiscaciones, controles de capital, inflaciones destructivas... Ejemplos que, más allá de ideologías o modelos de gobierno, muestran lo frágil que puede ser la relación entre individuo y propiedad.


Una idea peligrosa (y poderosa)

Hay que reconocer que esta parte del mensaje es, como mínimo, delicada y de interpretación compleja. Afirmar que la propiedad es ilusoria puede tener un fuerte impacto en el lector, y si bien se basa en evidencias y situaciones reales, también corre el riesgo de caer en un tono excesivamente disruptivo o, en algunos pasajes, ligeramente alarmista.

El problema no es solo lo que se denuncia —que en parte es cierto y está documentado—, sino la forma en que se presenta, que en ocasiones parece más orientada a provocar que a construir una reflexión equilibrada. En medio de tanta crítica al sistema, echo en falta una exposición más profunda y rigurosa de lo que verdaderamente sostiene el mensaje del autor: la tecnología Blockchain.


El gran ausente: la base tecnológica del cambio

El capítulo introduce a Bitcoin como alternativa al sistema de propiedad tradicional, defendiendo su resistencia a la censura, su descentralización y su carácter inconfiscable. Sin embargo, lo hace sin detenerse con suficiente profundidad en la tecnología que lo hace posible: Blockchain.

Una exposición más detallada sobre cómo funciona Blockchain, por qué puede sostener una propiedad verdaderamente autónoma y cuáles son sus implicaciones técnicas y filosóficas, aportaría robustez al mensaje y lo alejaría de interpretaciones simplistas o fatalistas. Esta es, a mi juicio, una oportunidad desaprovechada que debilita parcialmente el discurso del capítulo, y que sería especialmente valiosa para aquellos lectores que se están acercando al mundo cripto desde cero, como es mi caso.


Una visión personal: entre entusiasmo tecnológico y escepticismo humanista

Disfruto este libro porque explora un terreno que para mí es novedoso e interesante, y reconozco que muchas de las denuncias que realiza no son descabelladas. El señoreaje (la emisión de dinero por parte de los Estados), la pérdida constante de poder adquisitivo, el aumento exponencial de la deuda y la creciente dependencia del sistema financiero centralizado son problemas reales que nos afectan, especialmente a los más vulnerables.

Sin embargo, creo que el futuro de Bitcoin y Blockchain no se decidirá por el colapso del sistema actual, sino por las propias bondades tecnológicas de esta innovación. Lamentablemente, mi visión es algo pesimista: para que estas soluciones triunfen de forma masiva, probablemente antes viviremos una crisis profunda que obligue a repensar el concepto de confianza, soberanía y valor.

Me gustaría que el discurso que rodea a Bitcoin se alejara de los catastrofismos recurrentes. El cambio no tiene por qué nacer siempre del derrumbe; también puede venir del descubrimiento, del progreso, del aprendizaje. Porque el mensaje de fondo, bien planteado, no es destruir lo que existe, sino construir una alternativa más justa, abierta y descentralizada.


Conclusión

El capítulo 3 de Bitcoinismo propone una idea poderosa: que el concepto de propiedad necesita ser reexaminado a la luz de los tiempos que vivimos. Aunque el mensaje a veces resulte inquietante o provocador, no deja de ser valioso para quien busca pensar más allá de lo evidente.

Pero para que esta propuesta cale de verdad —y no se diluya entre alarmas—, creo que necesita menos dramatismo y más profundidad tecnológica y filosófica. Porque al final, lo que hará fuerte a Bitcoin no será el colapso del sistema actual, sino la solidez de la tecnología que lo sostiene y la voluntad de quienes creemos que siempre hay una forma mejor de hacer las cosas.

“El verdadero poder no está en lo que posees, sino en lo que entiendes y en cómo decides actuar con ello.” 


Comentarios

Entradas populares